Las asociaciones médicas avisan de que son los primeros síntomas de una "lacra juvenil alarmante": unos 57.000 adolescentes de la región (el 25,2% de los chavales de ESO, 13-16 años) creen que tienen sobrepeso y juegan peligrosamente con su alimentación, según datos del Boletín Epidemiológico de Madrid recogidos por la Sociedad de Médicos de Atención Primaria (Semergen).
El problema es más común entre las chicas: una de cada tres (el 31,9%) se ve gorda, frente al 18,5% de los chicos. Sin embargo, la tendencia se está igualando entre los sexos. "Cada vez vienen más niños a las consultas, está dejando de ser exclusivo de chicas", explica la presidenta de Semergen, Carmen Valdés.
Además, su percepción no es real, ya que sólo el 18,5% de las niñas y el 8,7% de los niños tienen sobrepeso (el 13% en total).
Prácticas peligrosas
Esta falta de autoestima les lleva a tomar medidas para adelgazar. El 26,6% de los adolescentes han hecho dieta o reducido sus comidas en los últimos meses. "Es el primer paso, después viene lo peor", alerta Valdés.
Cuando el cuerpo se convierte en obsesión dejan de comer durante más de 24 horas, a provocarse vómitos tras los atracones y a utilizar píldoras y laxantes para adelgazar.
El 15,8% de las chicas han coqueteado recientemente con estas prácticas. "La obsesión con el peso es sólo un factor, el problema es cuando se combina con problemas familiares o sociales", añade Juana Martín, presidenta de la asociación de atención a la anorexia Adaner.
A escondidas de los padres
"Los padres tardan meses en enterarse de que su hijo sufre trastornos de la alimentación", explica Carmen Valdés, médico de atención primaria y vocal del Pacto Social contra la anorexia y la bulimia.
Si el adolescente evita comer delante de los padres, va habitualmente al aseo, oculta su cuerpo con mucha ropa, no se adapta en clase y empieza a volverse irritable, es probable que esté sufriendo problemas. 20minutos.
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