"Escribir en Madrid es llorar, es buscar voz sin encontrarla, como en una pesadilla abrumadora y violenta". Precisamente en la implicación personal de Mariano José de Larra (Madrid, 24 de marzo de 1809-13 de febrero de 1837) en aquello que escribía estriba una de las claves de su éxito. Se alejaba de ese modo de lo retórico e incluso envarado del artículo periodístico y lo elevaba a una categoría superior, la de género literario. Es por ello que se le considera el padre del periodismo moderno.
Larra, que cultivó todos los géneros (poesía, novela, ensayo y teatro), jamás lamentó que sus obras no gozaran del mismo éxito que sus artículos, fundamentalmente porque él mismo eligió el periodismo como lugar desde el que cambiar las circunstancias de una España atrasada, inculta, analfabeta y carente de toda libertad.
Fue la desesperanza general la que lo mató: "No pudo con el caos en el que vivía y decidió irse"
El resto de su obra respondía, sobre todo el teatro, a su necesidad de ganar dinero y a que, ¿por qué no?, le gustaba vivir bien y eso no era barato. Sin embargo, hay también cierta revolución en obras como Macías o El doncel de don Enrique el Doliente, en las que viene a decirnos que el amor no ha de pasar por el acto religioso del matrimonio, y esto en el año 1834 era todo un desafío.
Se trataba, además, de un mensaje para su amada y amante, Dolores Armijo, a quien le pudo la presión social (estaba casada y no quiso que peligrara su matrimonio) y abandonó al escritor. Lo hizo en 1834 y él se suicidó en 1837.
En ello se basa la tesis de su descendiente, Jesús Miranda de Larra, que defiende en el texto que acaba de publicar, Biografía de un hombre desesperado (Aguilar). En ella sostiene que fue la desesperanza general la que lo mató: "No pudo con el caos en el que vivía y decidió irse".
Amores truncados
A los 16 años sufrió el autor el primer desengaño amoroso. Se enamoró de una mujer mayor que él, y pronto descubrió que era la amante de su padre. Aquel Larra prematuramente adulto (su infancia no había sido fácil: de los 4 a los 9 años había vivido solo en internados franceses) se daba de bruces con la primera trampa amorosa.
El último encontronazo con el desamor, y el último traspiés que se llevó su orgullo, lo sufrió el día que se pegó un tiro"
La segunda llegaría en forma de 'contrato' al casarse a los 20 años con Pepita Wetoret. No tardó en sentirse decepcionado. El escritor que más renombre y más dinero cobró por sus artículos no gozó de igual suerte en el amor, y ya en 1832, tres años después de su boda, escribía Casarse mal y pronto.
Tuvo el siempre precoz Larra dos hijos con su mujer, Luis Mariano (conocido zarzuelista y autor de El barberillo de Lavapiés) y Adela, y aunque una tercera hija nació en tiempo de su matrimonio, él jamás la reconoció.
El último encontronazo con el desamor, y el último traspiés que se llevó su orgullo, lo sufrió el día que se pegó un tiro. Desde que su amada imposible, Dolores, cortara las relaciones tres años atrás, el escritor no había vuelto a estar con ella, pero aquel día, 13 de febrero, tenían una cita en casa del escritor.
El joven, que pese a su mente ilustrada tenía un corazón lleno de romanticismo, creyó que su amor volvía a sus brazos. El espaldarazo fue brutal: ella quería recuperar lo que le había escrito para asegurarse de que sus amoríos extramatrimoniales no trascenderían nunca.
Salvo en libertad y censura, que hemos mejorado mucho, en el resto de cosas que él denunciaba no hemos avanzado tanto"
Este episodio es lo que ha llevado a atribuir su muerte al desamor, pues justo después del encuentro con su amada, Larra se pega un tiro. Sin embargo, según Jesús Miranda, los textos de los últimos años de Larra y su dolor por no haber podido modificar con su pluma las circunstancias de su país, indican que esto fue lo que realmente lo mató.
Puede que Larra hubiera depositado sus últimas esperanzas en aquella cita con Dolores, y al encontrarse con que era justo lo contrario, una condena definitiva al silencio y al oscurantismo de su amor lo que la realidad le había reservado, decidiera poner final a una vida que quedaba definitivamente truncada en amor, ilusión y esperanza.
"No hemos avanzado tanto"
"Parece que por los artículos de Larra no ha pasado el tiempo, y mucho menos doscientos años, porque, salvo en libertad y censura, que hemos mejorado mucho, en el resto de cosas que él denunciaba no hemos avanzado tanto".
Jesús Miranda de Larra, descendiente del escritor y autor de su nueva biografía, no duda en lanzar una crítica que bien podría estar en boca de Larra si viviera en nuestro supuestamente avanzado siglo XXI: "Ahora sabemos leer y escribir, pero ¿utilizamos esa instrucción todo lo que deberíamos? ¿Y la justicia?; ¿es útil, nos sirve?, porque seguimos sin confiar en ella".
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